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  • Foto del escritorSonia Martín

Un explorador español en el desierto de hielo

Ramón Larramendi es uno de los grandes exploradores polares del mundo y el más relevante en la historia de nuestro país. Visitó por primera vez los territorios polares con 20 años y desde entonces ha recorrido más de 40.000 kilómetros por el Ártico y la Antártida, en una veintena de expediciones. Dirige su propia agencia de viajes, Tierras Polares, y es el organizador, promotor y director de la expedición "Antártida Inexplorada 2018-19", que finalizará el próximo 12 de febrero.



Como en una increíble aventura de Julio Verne, Larramendi ideó, diseñó y construyó el Trineo de viento, un innovador eco-vehículo polar inspirado en las técnicas tradicionales inuit, que aprendió de primera mano hace ya tres décadas cuando vivió con los pobladores de las tierras más gélidas del planeta. "El planteamiento es pensar cómo lo haría un inuit: con una enorme sencillez, de forma muy práctica y eficiente. La manera occidental de hacer las cosas aquí no funciona, por razones técnicas es más óptima la filosofía autóctona. Son dos mentalidades diferentes. No tiene que ser ultratecnológico, porque la complejidad te bloquea. Pero tienes que pasar tres años en el Ártico para comprenderlo y muy poca gente ha tenido esa experiencia", explica Larramendi, que está a punto de ver cumplido un proyecto que comenzó en el año 2000.



¿Cómo reaccionaron los inuit cuando os vieron llegar?

"Son buena gente. Manuel Olivera y yo llegamos antes de que empezara el turismo, fue una de las últimas expediciones clásicas. Y todavía quedaban cazadores tradicionales, que ya prácticamente han desaparecido. Fue una locura, pero una buena locura. Entonces fuimos sin GPS, sin satélite y aprendimos técnicas de supervivencia. Llevábamos trajes de pieles, comíamos la misma dieta que ellos, conducíamos trineos de perros y aprendimos a construirlos. De hecho, hablo fluidamente el idioma groenlandés. Fue como adaptarse a otro mundo".

En aquel momento surgió la idea de hacer la expedición que emprenden ahora, con un proyecto en el que llevan 18 años trabajando: el primer vehículo limpio para moverse gracias al viento en el interior de la Antártida y Groenlandia. El objetivo es convertirlo en una plataforma móvil de exploración e investigación polar, que pueda sustituir a los vehículos oruga y otros vehículos contaminantes para entrar en el continente. Esta es la primera expedición puramente científica al interior de la Antártida.


Un proyecto muy innovador ¿Cómo se recibió al principio?

"Es desconcertante para la gente que trabaja en la Antártida y a los demás les suena todavía más a marciano. Es tan lejano y remoto, es distinto a todo. Ha creado bastante expectación en la comunidad nacional e internacional al ser una primicia mundial que permitirá hacer mucho más accesible la Antártida oriental, una superficie gigantesca poco explorada, a la que resulta muy costoso llegar. Es el último lugar limpio y se rige por el Protocolo de Madrid, una serie de regulaciones ambientales extremas. Y este trineo las respeta."


"Somos un equipo de cuatro, todos españoles y con mucha experiencia en terreno polar, un equipo muy potente", explica el explorador, un equipo compuesto por Ignacio Oficialdegui (biólogo y experto en energías renovables), Hilo Moreno (guía en la base antártica española Juan Carlos I) y Manuel Olivera (ingeniero industrial y también explorador polar).


Allí se ha llegado a registrar una de las temperaturas más bajas del planeta (93,2º C bajo cero en 2010). Aunque la expedición se realice durante el verano austral, el equipo deberá soportar temperaturas de 50º C bajo cero.


¿Uno llega a acostumbrarse al frío?

"Te acostumbras a sobrellevarlo. Tienes que tener la ropa adecuada y hay pequeñas técnicas que te ayudan. Realmente, el que genera el calor es nuestro cuerpo y la ropa lo mantiene. Hay que estar constantemente moviéndose. Para dormir, tenemos sacos muy buenos y probados".



La expedición durará 50 días y recorrerá 2000 kilómetros en el corazón de la Antártida. "La tienda es como nuestro hogar, navegaremos como un barco de día y de noche, en turnos y rotaciones, para aprovechar las 24 horas de sol; dos navegarán y dos dormirán. Y haremos paradas para comer, descansar y realizar las investigaciones. El trineo eólico lleva dos toneladas de carga, entre provisiones, comida, material científico y equipamiento técnico. Está formado por tres cuerpos (módulos locomotor, científico y de vivienda) y mide casi once metros de largo por cuatro de ancho".


¿Y a la hora de asearse?

"Ducha no hay, llevamos toallitas, aunque el entorno es el más puro de la tierra, no hay humo, ni polvo, ni suciedad, normalmente te cambias ropa interior y poco más, dos o tres friegas y ya".


¿Qué llevas en tu maleta (además del corazón)?

"Poca cosa: mi ropa, un cuaderno y libros. Por ejemplo, El Guardián entre el centeno, de Salinger, uno de Pérez Galdós, libros que nunca encuentro el momento de leer. Y algún audio libro, por primera vez. Y luego, GPS y los elementos propios de la expedición. Y llevaremos jamón serrano, por supuesto".


¿Sufrirá el cerebro algún tipo de alteración?

"Subimos a mucha altitud, casi a 3800 metros y por el achatamiento y la menor densidad del aire será como estar a unos 5000 metros. Tendremos dolores de cabeza y la preparación ha sido muy técnica. Nuestro equipamiento está diseñado especialmente para esta expedición, las cometas, la ropa, y físicamente tenemos que estar en una razonable forma física. No hay que hacer grandes esfuerzos físicos, solo aguantar el frío, pero todo tiene que estar a punto".


¿Y cómo vais a celebrar la Navidad en el Polo Sur?

"Manolo (Manuel Olivera) es el encargado de preparar la comida de Navidad, pero es una sorpresa, no sabemos lo que va a hacer, y llevaremos champán para celebrar las fiestas".


Proyectos como éste solo se pueden hacer gracias a los distintos apoyos.

"Sí, contamos con el apoyo de la Fundación Alberto II de Mónaco y de la Agencia Espacial Europea, como colaboradora. Dentro de los diez proyectos de investigación que vamos a llevar a cabo, hay uno de calibración del satélite Galileo y haremos las primeras pruebas en la Antártida y Tierras polares. Otros proyectos de investigación también colaboran, como por ejemplo, uno de la Universidad de Maine, y también de la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad de Alcalá de Henares, el CSIC, la Universidad de Valencia, la NASA y la Agencia Estatal de Meteorología. Además, hemos contado con un crowdfunding".



Entre los estudios que se llevarán a cabo, destacan la investigación de los microorganismos en el aire y el hielo en las zonas polares, la recogida de datos indicadores del cambio climático, estudios meteorológicos y la prueba del dispositivo desarrollado en España para detectar vida extraterrestre en la exploración planetaria, buscando paralelismos con otros planetas, como Marte.


Actualmente, vives entre España y Groenlandia. ¿Cómo se ve esto desde allí?


"Son dos mundos totalmente diferentes y complementarios, pasas del centro de Madrid a estar en soledad, en plena naturaleza salvaje, libre, en la paz absoluta. Es una maravilla. Vivimos en la civilización del ruido, sin un momento de descanso, rodeados por la contaminación de los mensajes que te llegan. Necesitas purificarte y ver que la vida es otra cosa. Es un privilegio estar centrado en lo que haces. Hay mucho trabajo que hacer, pero estás completamente enfocado. Es como cambiarte la sangre y vuelves nuevo. Eso sí, cuando regreso de una expedición me apetece estar tranquilo, no viajar, ni salir, descansar y disfrutar de estar en casa".




Y recordando a los exploradores clásicos que en su día recorrieron con mayor o menor éxito la Antártida, llevarán en el equipaje unas banderas españolas para dejar constancia de su hazaña.


"Aunque eso ya no se estila en los tiempos que corren", dice, "llevamos un par de banderas por si acaso. Iremos a una antigua base americana, -Base Plateau en Tierras de la Reina Maud-, y allí probablemente dejemos una banderita y en una base japonesa de Domo Fuji dejaremos otra, para que sepan que los españoles hemos pasado por allí".


Un gran mapa de la Antártida domina la pared de su despacho. Se muestra tranquilo, a pesar de la inminente partida, e impaciente por lanzarse de nuevo a la conquista del desierto de hielo, subido en su flamante trineo de viento, junto a su tripulación, como el Capitán Hatteras en las páginas vernianas más fantásticas.


Artículo publicado en el número 752 de la revista Carta de España, en noviembre de 2018 , p. 12-13, https://ciudadaniaexterior.inclusion.gob.es/es/pdf/cartas-de-espana/CdE_752.pdf

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