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  • Foto del escritorSonia Martin

Antonio Moreno, de emigrante a estrella de cine


Pocos son los que pueden contestar correctamente a la pregunta, ¿Quién fue el primer actor español en tener una estrella en el Paseo de la fama? Fue el galán Antonio Moreno, allá por los años 60


Mediante un brillante documental titulado The Spanish Dancer, la periodista Mar Díaz ha rescatado de un inexplicable olvido al actor español que vio nacer el cine y que conquistó Hollywood en los locos años 20. Una vida apasionante y apasionada que convirtió a un chiquillo de la Línea de la Concepción en una gran estrella, que pudo presumir de haber jugado al baseball con el mismísimo Chaplin. Os propongo que sigamos la estela de Antonio Moreno....



Mar nos descubre la fascinante historia de un chaval inteligente, apuesto y español que zarpó rumbo a Nueva York haciendo suyo el sueño americano, y durante la entrevista dos palabras vuelven una y otra vez: admiración y fascinación.


¿Quién es Antonio Moreno y cómo le descubriste? M: Antonio Moreno es un actor que nació en España pero que desarrollo toda su carrera entre Estados Unidos y México. Le descubrí ojeando un libro sobre los primeros españoles que fueron a Hollywood cuando nació el cine sonoro, a principios de los años 30. Él aparecía en una foto delante de su lujosa mansión, ya en el año 26 y eso me llamó la atención. Es un hombre que me sigue resultando fascinante porque a través de su filmografía y de su vida puedes contar toda la historia del cine. Me da mucha pena que esté olvidado y que hasta ahora no haya suscitado ningún interés en España. No lo puedo entender y se ha convertido en mi empeño que esto cambie. Creo que produce una atracción muy moderna, sigue seduciendo desde la pantalla; tiene un carisma muy especial, como va vestido, el traje, la postura, era hombre realmente increíble, muy elegante, fascinante.


¿Se puede decir que la de Antonio Moreno fue una historia de emigración de éxito? En España el cine mudo era muy precario, de hecho todos los artistas y cineastas se iban fuera. Fue un emigrante de éxito, su historia era muy atípica, porque él cumplió el sueño americano, antes casi de que existiera. Se convirtió en una estrella de Hollywood cuando Hollywood se estaba creando, él fue un pionero. Es curioso, porque cuando llegaron los primeros actores españoles allí, él ya estaba consolidado, nacionalizado americano, con una mujer y unos hijos, plenamente establecido. Aunque el éxito que alcanzó fue muy volátil, es algo que se escurre muy fácilmente entre los dedos. Fue una emigración de éxito, pero también tuvo sus momentos bajos.



Dices que fue un pionero... Sí, por ejemplo, los contratos leoninos de siete años con los estudios de Hollywood le obligaban a hacer lo que ellos querían y fue el primero en romper un contrato con un estudio y en convertirse en freelance. Luego se habló de que Olivia de Havilland y Bette Davis habían hecho lo mismo, pero él fue el primero, -dice Mar emocionada y con los ojos brillantes de ilusión y orgullo-. Hacía una película con la Metro y luego otra de la Warner. Él elegía.


¿A qué crees que se debe que un personaje como él se olvide? Es difícil conocerle porque hizo 150 películas, de las cuales 100 se han perdido, no existe un contexto. Del cine mudo sólo se recuerda a Charlot y Buster Keaton, el 90 por ciento está perdido; muchas bobinas se tiraban simplemente al mar, no se les daba el valor que tenían. Él murió en el año 67 y la mayoría de sus películas están en archivos fílmicos e incompletas, por eso es casi imposible que se le conozca.


Lo emocionante de tu documental es que en él se ve envejecer a Antonio Moreno... Cuando me planteé la investigación, tuve que irme a EEUU porque aquí no había nada sobre él, busqué sus películas y ahí entré en un mundo fascinante que me enamoró. Escribí a todos los archivos fílmicos y como nadie les había preguntado nunca sobre Antonio Moreno, estaban encantados. Entonces me di cuenta de que la vida de Antonio estaba vinculada a sus películas. Pocas veces pasa, pero en el caso de Antonio, su estado de ánimo y sus vivencias se reflejaban en las cintas. El cine sonoro marcó su carrera, pasó de los cortos a los largos, de los seriales de acción a las películas, de ser el héroe de acción a ser el héroe romántico, luego le parecía más interesante ser el malo, a medida que envejecía fue haciendo papeles más secundarios.


¿Volvió a España alguna vez? Estuvo aquí varias veces durante los años 20 junto a su mujer, Daisy Canfield, para visitar a su madre, que vivía en Los Barrios, muy cerca de La Línea. Durante la promoción de Su Alteza el príncipe, junto a Marion Davis, habló con el rey Alfonso XIII, porque quería crear en España una industria cinematográfica. Él decía que en España teníamos miles de historias que contar, el clima, los paisajes perfectos, pero faltaba dinero. Él quería invertir y aportar todo lo que había aprendido en Hollywood, pero al final resultó imposible.



¿Rodó alguna película en nuestro país? Rodó dos películas, una de promoción turística de Sevilla, dirigida por el periodista Ramón Martínez de la Riva, cuando se preparaba la Exposición Universal del 27, -que luego sería en el 29-. Y la otra, María de la O, de Francisco Elías Riquelme, con Carmen Amaya, en Granada en el año 36. Ahí se reencontró con sus raíces, creo que quería intentar una carrera en España, venía muy contento. Pero el rodaje fue muy accidentado: hubo inundaciones, le operaron de apendicitis, se quemaron los estudios Orfea, -los primeros que hicieron sonoro en nuestro país-, estuvo lleno de desgracias. Y en pleno ambiente de preguerra. En mayo acabaron el rodaje y él se fue; la guerra estalló en julio y ya no volvió nunca.


¿Se podría decir que fue el primer embajador de la marca España en Hollywood? Totalmente, él vendía España siempre, porque a los americanos les resultaba muy exótico. Los periodistas destacaban su piel aceitunada, sus ojos negros profundos, donde se reflejaban los toros, el aire gitano y todos los tópicos andaluces. Él era la encarnación del típico español. Pasó su infancia en Sevilla y decía que jugaba a torear con sus amigos en las calles y le encantaba. Iba a los toros en Tijuana con Gilbert Roland, su mejor amigo. Y nunca se cambió el nombre, ni el apellido.


¿Cuál fue su película más emblemática? Su época dorada fue del 23 al 27. Durante esos años hizo sus mejores películas. Siempre dijo que su película favorita fue Mare Nostrum, porque era un libro de Blasco Ibáñez y una superproducción de la Metro; vinieron a Europa a rodar, por Barcelona, Marsella y Pompeya. En el 23 rodó Lost and Found en una isla de los Mares del Sur, y The temptress, con Greta Garbo, es otra de sus películas favoritas.


¿Qué rasgo define el carácter de Antonio? El afán de superación, era muy ambicioso, creía mucho en su capacidad. Era muy buen actor, pero buscaba siempre perfeccionarse. Me parece muy admirable. Él era un chaval sin estudios que salió de España y llegó a Nueva York, le pagaron un año de estudios en un instituto, pero siempre trabajó, primero en una compañía eléctrica, luego en un hotel, en una fábrica de seda, hasta que encontró su sitio en una compañía de teatro y ahí empezó todo. Quería encontrar una mujer culta a la que admirar. Y en el 23, se casó con Daisy, una mujer cultivada y millonaria, el gran amor de su vida. Quiso dirigir, escribir, ser guionista y lo consiguió. De hecho dirigió las dos primeras películas sonoras de México, Santa y Las Águilas frente al Sol.



The Spanish Dancer me ha merecido varios premios. El primero, en el Festival de la Memoria de México, donde ganó en la Sección de Arte, el Premio al Mejor Documental. El segundo me lo ha concedido el Centro de Estudios Andaluces.


Mar Díaz, con su meticulosa labor de investigación, ha conseguido desempolvar y restaurar una de las páginas más bellas de la historia del cine universal.


Entrevista publicada en el número de la revista Carta de España en 2017

http://www.inclusion.gob.es/cartaespana/es/noticias/Noticia_0346.htm

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